Un dedicado

 Lo bueno de días como estos (fuertes vientos y el mar bastante agitado) es que nunca sabes lo que te vas a encontrar por ahí. Me encanta sentarme un rato a observar esos picos que salen poco.

















 Que las personas cambian no lo negaré nunca, es más, si así no fuera, hasta la vida resultaría aburrida. El problema surge cuando en estos jóvenes sin ambiciones, sueños y valores reales propios se le añade un toque de marujeo, fascismo y ‘’envidia’’.


 Y es que resulta incongruente y totalmente contraria a la razón la idea de que en los tiempos en los que vivimos, nos encontremos los rincones de cualquier ciudad infestadas por un mayor número de ‘’nazis’’ que los que poblaron el III Reich.


 Y no me refiero a nazi simplemente a todo aquel que proteja la raza aria, sea homófobo y racista y hable un alemán pulido en las escuelas militares de Berlín: considero de esa calaña, además, a los que hacen de lo privado un espectáculo público. Marujas que, tras regresar de un viaje electroviral por planetas cercanos, sin nada nuevo que aportar y con mucho que contaminar, despotrican lo que sin motivo ahora odian, y alaban lo que siempre habían criticado. Supongo que la libertad de elección que tiene cada uno con respecto a los otros puede mermar en muchas ocasiones, y ver afectada, la objetividad de seres que no encuentran otro refugio más que en su burbuja. 


 Hoy vuelvo a estar cabreado con el mundo, decepcionado con las personas, y feliz de poder seguir vivo para escribir todo esto. Supongo que sólo llegarán buenas nuevas cuando la tierra sepulte mi maquiavélico, alocado y retorcido saco de huesos que forman mi cuerpo. 


 Mientras tanto, que se queden los 4 en los que ahora mismo confío, que yo seguiré aquí con mi vago o inexistente altruismo, mis eternas ganas de querer morir por tener una vida llena de penurias y rodeada de gente inepta y con mi sarcástica ironía de la que pienso seguir echando mano para mandarlos a los que se lo merecen ‘’a tomar por culo’’.

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